"Disponer de nuevas herramientas terapéuticas más específicas para las enfermedades autoinflamatorias mejorará la calidad de vida de los pacientes"
El pasado mes de mayo la revista The New England Journal of Medicine publicó los resultados de un ambicioso ensayo clínico a nivel mundial para el tratamiento de algunos de los síndromes autoinflamatorios con fiebre recurrente. Entre sus autores encontramos al Dr. Jordi Anton, que ha formado parte del Comité Científico del ensayo clínico, hablamos con él sobre las enfermedades autoinflamatorias y los resultados de este estudio.
¿Qué son las enfermedades autoinflamatorias y cuáles son sus características?
El término "enfermedad autoinflamatoria" se propuso en el año 1999, como contraposición a las enfermedades autoinmunes en las que hay un trastorno de la inmunidad adquirida. En las enfermedades autoinflamatorias lo que se observa a grandes rasgos es un trastorno de la inmunidad innata. Estas enfermedades cursan con cuadros inflamatorios que se caracterizan por fiebre, pero también por lesiones cutáneas, óseas, etc.
Actualmente la más conocida es la Fiebre Mediterránea Familiar, la primera donde se pudo identificar la causa genética subyacente, pero en los últimos años se han ido identificando otras enfermedades como el síndrome hiperIgD o déficit de mevalonat quinasa, las criopirinopatias o síndrome TRAPS (o síndrome periódica asociada al receptor de necrosis tumoral), entre muchas otras.
¿A nivel molecular qué tienen en común todas ellas?
Muchos de estos procesos autoinflamatorios están relacionados de forma más o menos directa con una alteración en las vías de la inflamación reguladas por el inflamasoma. El inflamasoma es un complejo multiproteico implicado en la activación de algunos procesos inflamatorios, que entre otros terminan produciendo una sobreproducción de interleucina 1. Actualmente tenemos algunos fármacos capaces de bloquear la acción de la interleucina 1 y controlar la respuesta inflamatoria descontrolada en estos pacientes.
¿Qué tratamientos existen actualmente para estos pacientes?
Hasta ahora todas estas enfermedades se controlaban con tratamientos sintomáticos como los antiinflamatorios no esteroidales o los corticoides, pero estos fármacos son poco específicos y además presentan efectos secundarios durante su uso. Respecto a la Fiebre Mediterránea Familiar también tenemos la colquicina, un fármaco seguro y que funciona en la mayoría de los pacientes con esta enfermedad.
Desde hace unos años distintas líneas de investigación intentan encontrar fármacos que actúen de manera más dirigida delante de algunas de las vías implicadas en la inflamación. Este es el caso del bloqueo de la interleucina 1β. Actualmente, este abordaje farmacológico se realiza por tres vías: bloqueando el receptor de la interleucina, atrapando la interleucina o con el uso de anticuerpos monoclonales contra la interleucina. Esta última vía es la de nuestro ensayo clínico.
¿Qué diferencias hay entre el fármaco de vuestro ensayo y los fármacos que se usan habitualmente?
El fármaco utilizado en nuestro ensayo se denomina Canakinumab y es un anticuerpo monoconal contra la interleucina 1β. A diferencia de los otros fármacos, este tiene una vida más larga y los pacientes reciben el fármaco cada cuatro-ocho semanas, lo que nos permite minimizar las inyecciones subcutáneas o las visitas a los centros de salud. Por otro lado, el perfil de efectos secundarios, entre ellos las infecciones, ha sido muy aceptable.
¿Por qué dices que este ha sido un ensayo clínico ambiciosos, en qué se diferencia de los otros?
En primer lugar porque hemos realizado el ensayo simultáneamente en pacientes con tres enfermedades autoinflamatorias distintas, la Fiebre Mediterránea Familiar resistente a colquicina, el síndrome Hiper-IgD y el síndrome TRAPS. Y en segundo lugar, metodológicamente, ha sido un ensayo muy complejo, ya que se ha realizado en cuatro fases donde había periodos sin tratamiento, escalados de dosis y ajustes de la frecuencia.
¿Cómo es la vida de un niño o niña con una enfermedad autoinflamatoria?
Los pacientes que tienen estas enfermedades padecen periódicamente procesos inflamatorios con fiebre; algunos de ellos además pueden presentar lesiones cutáneas, malestar general, adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), afectación ocular, inflamación articular, etc. En algunos pacientes la persistencia de la inflamación puede ocasionar daños crónicos, y en los casos más severos podemos encontrar entre las complicaciones la amiloidosi que puede terminar provocando una insuficiencia renal.
Para una unidad especializada en el manejo de las enfermedades autoinflamatorias como la nuestra, el hecho de tener una nueva herramienta terapéutica que controle esta vía de inflamación es un gran avance. Ya que nos permite un mejor control de los síntomas mejorando la calidad de vida de estos pacientes